H I S T O R I A S
N A T U R A L E S

- Historias Naturales – El libroCon este libro comparto una selección de 14 textos que fueron publicados previamente en esta web, y que ya quedarán disponibles solamente en papel, a través de la cuidadosa edición de Tundra. Las historias seleccionadas forman un todo coherente, explorando la naturaleza más cercana y nuestro vínculo con ella, desde un estilo que nos invita a reconectar con el entorno y queSigue leyendo «Historias Naturales – El libro»
- La ciudad de las nutriasEn lo más escondido del río, bajo la copa de un gigantesco membrillero, se abrían los túneles de las nutrias. Ellas los habían excavado entre las raíces del árbol, en un terraplén arcilloso de la orilla que les servía de tobogán para deslizarse hasta el agua. A ese recodo solo se podía acceder vadeando, con el agua a la cadera, ante laSigue leyendo «La ciudad de las nutrias»
- Las abejas solitariasNo es para ellas la multitud bulliciosa de la colmena, ni privarse de criar a su propia prole para delegar la reproducción en una reina madre que les haga una hermana tras otra. No, las abejas solitarias llevan sus asuntos de manera mucho más individualista. Las une su dieta de polen y néctar; las separan su tamaño, forma, color y comportamiento, enSigue leyendo «Las abejas solitarias»
- La GrajeraDesde lo más alto de un risco, un pájaro recorta su silueta contra el azul. Su plumaje es mucho más azul que el cielo, pero oscuro, de un añil que con la distancia parece casi negro. En español lo llaman »roquero solitario», por su afición a las risqueras y a mostrarse en soledad. Desde su atalaya, nuestro roquero contempla el valle dondeSigue leyendo «La Grajera»
- Historia de un cardoÉrase una vez un cardo borriquero. No un cardo mayor que algunos jugadores de baloncesto, como las tobas Onopordum, ni endeble y herbáceo al estilo de Atractylis cancellata, con su jaula de espinas protegiendo las flores a menos de un palmo del suelo. No, este cardo era un auténtico Cirsium vulgare, y eso significa grandes aguijones erizando hojas y tallos por doquier,Sigue leyendo «Historia de un cardo»
- Los saltamontesLa primavera mediterránea es para los saltamontes verdes, que brincan por la hierba donde su color los camufla pese a los frecuentes ribetes encarnados con que nos sorprenden al verlos de cerca. El verano pertenece a los de tintes ocres, pajizos o abigarrados de pardo terroso, algunos con alas coloreadas, como las langostas italianas con sus alas fucsia, o los saltamontes deSigue leyendo «Los saltamontes»
- El gran capricornioSolo quedaba un rato de sol antes de que el ocaso pusiera fin a otro día de verano en la ladera de maquis. No habían sido especialmente interesantes mis vagabundeos de esa tarde por aquella vegetación tupida de encinas, coscojas, lentiscos y otros matorrales. Oscurecía ya cuando cruzó delante de mí un escarabajo muy grande, volando despacio en posición casi vertical. EraSigue leyendo «El gran capricornio»
- Las hormigas esclavistasEn verano, junto al pueblo manchego de Pozuelo de Calatrava, se ve una hondonada amplia que reluce a lo lejos. Es una laguna de esas que en La Mancha suelen secarse con el calor, mostrando entonces su fondo cubierto de una costra blanquísima de cristales de sal. Si curioseamos por los secarrales que la rodean, al levantar alguna piedra quizá nos llameSigue leyendo «Las hormigas esclavistas»
- Un cafreEl sol ya asomaba tras el encinar, rozando con sus rayos las cumbres de los riscos rojizos que coronan aquella garganta. La hoz del río Valdehornos, en los Montes de Toledo, se me presentó como un valle estrecho y abrupto donde el río, ahora convertido en embalse, se encajaba entre dos laderas que parecían demasiado empinadas para cualquier subida que pudiese plantearme.Sigue leyendo «Un cafre»
- El Campo de CalatravaRecorred conmigo la zona con más volcanes de toda Europa continental: el Campo de Calatrava, al oeste de las llanuras de La Mancha. La fortaleza de Calatrava, la Qal’at Rabah construida por los musulmanes, prestó su nombre a estas tierras. Las cruza el río Jabalón antes de unirse al Guadiana, y este desde las Tablas de Daimiel hasta recibir al Bullaque, aproximadamente.Sigue leyendo «El Campo de Calatrava»
- No hay caminoBajo un cielo nublado de invierno, la brújula marca el este. En esa dirección hay un monte viejo de encinas, sus copas lavadas por la lluvia de ayer parecen tan nuevas como la hierba recién nacida sobre la que se elevan. No hay camino que vaya entre ellas. Ese es mi camino. Ya lo aprendió Darwin cuando era un joven poco estudioso:Sigue leyendo «No hay camino»
- Cuento del carmínCaía una tarde calurosa de principios de julio sobre aquella cantera abandonada del Campo de Calatrava, invadida por el monte y los pinos. Al ir bajando el sol, se alargaban las sombras, se refrescaba el aire y los conejos que vivían en los taludes se animaban a salir. No les molestaba mi presencia, porque andaba yo alejado de ellos, en contra delSigue leyendo «Cuento del carmín»
- Las motillasUn camino estropeado me condujo por campos polvorientos de viña y rastrojo, poco después de salir el sol. Al sureste blanqueaba el pueblo de Torralba de Calatraba; al norte ondulaban las estribaciones más meridionales de los Montes de Toledo, más allá de los carrizales de las Tablas de Daimiel. La motilla apareció por fin en mitad de un terreno segado, junto alSigue leyendo «Las motillas»
- Las cigarrasEl día más largo del año, el sol se levanta justo delante del corredor de un túmulo de los varios que forman el Castillejo del Bonete, las ruinas de un posible templo solar de la Edad del Bronce en el Campo de Montiel. Hoy como hace cuatro mil años, cuando allí se celebraban ritos que nadie recuerda, el solsticio de verano marcaSigue leyendo «Las cigarras»
- La bibliotecaEs una mañana de finales de mayo tan espléndida como la vida en este monte, donde ahora parece que cada ser tuviera prisa por vivir. Durante un cuarto de siglo, cientos de veces he recorrido estos pastos ralos, sus pedregales calizos, los claros entre las encinas, y nunca deja de sorprenderme este retazo de naturaleza. Con sus escasas veinticinco hectáreas, que alberganSigue leyendo «La biblioteca»
- Las raptorasEn ese monte normal y corriente del Campo de Montiel, ¿qué interés podían tener los insectos? Tardé años en averiguar que… mucho. Uno nunca se fija en aquello que no espera encontrar. Cuando se despertó mi deseo de conocer mejor a nuestra fauna más pequeña, empecé a darme cuenta de que su inesperada variedad y la insólita manera de vivir de buenaSigue leyendo «Las raptoras»
- Ingredientes naturalesLos anuncios no dejan de repetir la matraca: “¡Con ingredientes naturales!”, ¡”Sin química!”. Como si la vida en el fondo fuese algo distinto a un juego de química muy complejo, como si el origen natural de algo fuese garantía de su benignidad. En realidad, la mayoría de las medicinas que usamos vienen de plantas o microbios que las producen para servir deSigue leyendo «Ingredientes naturales»
- El mes de los pobresLe llevé a casa una vaina pequeña, verde, que contenía una hilera de semillas parecidas a guisantes enanos y aplanados. – ¡Son brísoles! – dijo mi padre, que llevaba décadas sin ver uno, pese a conocerlos muy bien por haber comido muchísimos en su infancia, como era la norma entre los niños de los años 1950. Por entonces, él y sus amigosSigue leyendo «El mes de los pobres»
- Los mineralesLas formas nos engañan, ¿qué hay debajo de ellas? Es una pregunta complicada, sobre la que quizá los minerales puedan enseñarnos algo. Para algunos los minerales son una de las creaciones más hermosas de la naturaleza, una geometría de cristales multicolores demasiado perfecta para la imperfección a la que nos tiene acostumbrados este mundo. Para otros, los minerales son solo una maneraSigue leyendo «Los minerales»
- El puente del JabalónLa luz se pierde poco a poco ante los arcos de piedra del puente. En medio del silencio notamos que hay otro silencio mayor. Lo rompen a veces los pájaros, esos ruiseñores que van a pasarse la noche cantando sobre el trémolo débil de los grillos italianos. Dos ojos amarillos de mirada triste nos observan desde el prado del río Jabalón, sinSigue leyendo «El puente del Jabalón»
- El águila imperialNo sabría decir cuándo fue la primera vez que vi una. La recuerdo sobrevolando la Sierra de Andújar, planeando muy alta con el pantano del Jándula como fondo y lanzando a la atmósfera esa especie de ladrido que la delata. Me recuerdo oyéndolo en las riberas del Guadiana, asombrado por descubrirla en unas tierras de paisaje casi desértico. Al verla rememoro aSigue leyendo «El águila imperial»
- Los talladores de cantosPueden aparecer sus obras donde menos lo esperas: en medio de un pedregal con espartos, o entre unos cantos rodados junto al río. De repente te das cuenta de que hay algo raro allí, porque, ¿cómo puede romperse un guijarro de esa manera, tantas veces y formando ese filo justo en un lado? O bien, ¿qué hace ahí un canto de cuarcita,Sigue leyendo «Los talladores de cantos»
- La informaciónGalaxia de la Vía Láctea, brazo de Orión, alrededores de una estrella enana amarilla, el Sol; planeta Tierra, un rincón de su hemisferio norte. Reino Paleártico, Campo de Montiel. Moraleja. Un claro de pasto entre encinas, en mayo. El cuadrado de suelo mide diez centímetros de lado y alberga ochenta y siete hierbas; ninguna supera la altura de un dedo índice ySigue leyendo «La información»
- Gélido apocalipsisCaía la tarde sobre aquellas risqueras a la orilla del Jabalón, no lejos del cerro oscuro que los lugareños llaman Peñalasombra. Un camino de vacas conducía a través del monte hasta la vaguada de un arroyo, en cuyo margen se alzaban poderosas moles de roca. Desde lo alto de una de estas torres naturales me observaba un búho chico, que pronto huyóSigue leyendo «Gélido apocalipsis»
- El eterno retornoCrece arropada por un manto hecho de sus propias hojas muertas. Bajo la encina, la hojarasca se descompone lentamente, liberando a la tierra unas sales minerales que nutren al árbol. Así la encina se recicla a sí misma. Los seres encargados de descomponer sus hojas forman uno de los mundos más asombrosos de cuantos esconde el monte mediterráneo. La curiosidad me impulsóSigue leyendo «El eterno retorno»
- Desayuno con crustáceosEse verano hacía tanto calor que a mediodía, según decía un exagerado, «se caían las chicharras de los árboles». Pero junto al río, bajo las pérgolas naturales de los olmos y los chopos, la atmósfera se refrescaba. Las nutrias habían elegido sabiamente dónde instalarse. No supe que vivían por allí hasta que una mañana, desde un mirador, vi cruzar a una queSigue leyendo «Desayuno con crustáceos»
- Bajo tierraEl mundo subterráneo se mostraba un poco al exterior después de llover. Sobre todo surgía en la boca de la sima, un agujero entre la caliza del monte. A su entrada, la humedad de las tormentas veraniegas hacía subir algunas criaturas que moraban en sus profundidades. De ellas las más frecuentes eran los Blaps, escarabajos de las tinieblas (tenebriónidos) muy grandes, negrísimosSigue leyendo «Bajo tierra»
- Las flores vampiroAquella primavera había en el pasto del monte muchas hierbas de un tipo muy especial, menudas, moteadas por arriba de flores púrpuras, y pegajosas, tanto que a veces se les veían diminutos insectos exhaustos adheridos al tallo o a las hojas. Una tarde, con la lupa de diez aumentos y las claves de flora, averigüé su nombre: Parentucellia latifolia, la algarabía pegajosaSigue leyendo «Las flores vampiro»
- El planeta de los animalesEste dibujo muestra una historia que casi nadie conoce: la llegada de los primeros animales al mundo según nos la cuentan los Montes de Toledo y sus alrededores. Ninguna región de Europa nos presenta mejor este episodio clave de la vida en La Tierra. Parece un misterio: después de surgir la vida en nuestro planeta, siguieron miles de millones de años deSigue leyendo «El planeta de los animales»
- El nóctuloLa luna llena luce sobre los encinares viejos. La cruzan unas nubes ante las cuales se recorta, diminuta, la silueta de un pájaro, como una mota oscura. Es un petirrojo migrando de noche, como acostumbran a hacer muchos otros pajarillos. Vuela muy alto, a cientos de metros de altitud, pero su periplo toca a su fin. Súbitamente una sombra más oscura queSigue leyendo «El nóctulo»
- Los papamoscasEn la película Karate Kid, dice el señor Miyagi que un hombre que atrapa moscas con palillos logra cualquier cosa. Esa hazaña queda fuera del alcance de nuestros reflejos de humanos, lentos y torpes, pero hay unos pájaros que en cierto modo la logran a diario y muchas veces, con los dos diminutos «palillos» que son las mandíbulas de su pico. SonSigue leyendo «Los papamoscas»
- Los Montes de ToledoHubo un tiempo antes del primer hombre, del primer dinosaurio y del primer árbol. Hubo un tiempo en que el mundo era más joven, más sencillo, y la vida solo existía en el mar, donde había surgido. Los días duraban menos horas, el aire era asfixiante, con mucho menos oxígeno que hoy; en el cielo brillaban estrellas que ya se han apagado,Sigue leyendo «Los Montes de Toledo»
- Andanzas de un pulgónCuando en Europa crecían selvas de laureles, con palmeras y magnolias, ya había en ellas lentisco. Hoy, unos diez millones de años después, este arbusto, pariente del pistachero, alegra los matorrales mediterráneos con sus hojas resinosas, de un vivo color verde hierba. En una de ellas deambula un pulgón, verdoso y rechoncho; vamos a seguir sus andanzas. El insecto está hincando suSigue leyendo «Andanzas de un pulgón»
- Pájaros nocturnosCae la noche en el Campo de Montiel. Crece la oscuridad a cada minuto, refrescando un poco el calor desértico del día de verano. Avanza el ocaso, y con la penumbra se acuestan en este pequeño monte casi todas sus aves. Según se callan los saltamontes y las cigarras, sustituidos por el trémolo de los grillos italianos Oecanthus y el chicharreo deSigue leyendo «Pájaros nocturnos»
- Los fósilesSomos el resultado de millones de años de evolución, y los fósiles nos ayudan a entenderlo. Conocer estos restos de la vida prehistórica nos permite comprender mejor cuál es nuestro lugar en el mundo. Si además nos fijamos en los fósiles de nuestra propia tierra, aprenderemos también a valorarla más, a mirarla de otro modo. Acompañadme a descubrir los fósiles de laSigue leyendo «Los fósiles»
- Los gorrionesPrestamos poca atención a lo que nos parece normal, y ningún pájaro lo demuestra tanto como el gorrión común. Sus paseos a saltos por el suelo y los tejados, su plumaje no tan discreto como poco mirado, y su picoteo de semillas, migajas y algún insecto, todo esto y más que es nuestro Passer domesticus se ve cada vez menos por losSigue leyendo «Los gorriones»
- La ciudad de las abejasCuando el sol asciende hacia el sur, empiezan los zumbidos. El camino donde se oyen conduce a un vado del río Jabalón donde beben agua las gangas y diversos pájaros; hay por allí también un talud terroso donde los abejarucos excavan sus nidos. Pero en esta historia prestaremos atención a un mundo mucho más pequeño e insólito. Está en el camino deSigue leyendo «La ciudad de las abejas»
- SelvaHace millones de años… La niebla desciende por las laderas tapizadas de jungla. El vapor recorre las hojas de los laureles, de los tejos y de las enredaderas que cuelgan desde sus copas: hiedras, vides, madreselvas… Los troncos cubiertos de musgo empapado forman un laberinto de ramas y columnas retorcidas. En él se pierden con la bruma extraños mamíferos, hoy extintos, queSigue leyendo «Selva»
- El saetónPor toda la Sierra Morena y sus aledaños se oyen a veces historias sobre el saetón, una serpiente extraordinaria. Unos dicen que es descomunal, otros cuentan que hinca la cabeza en el suelo y da latigazos con todo su cuerpo al desdichado pastor o cazador que acierta a encontrárselo. Para algunos sería negro, para otros verde; hay quien afirma que tiene comoSigue leyendo «El saetón»
- El bedegarLas ruinas del molino de agua apenas podían reconocerse: la base de algún muro derruido, una hondonada sin relación con la orilla natural del río, y poco más. Las había conquistado un bosquete de ribera con álamos, olmos y zarzas. Unos rosales salvajes crecían en el ribazo que daba a esos restos de un pasado más sencillo (o más complicado, según seSigue leyendo «El bedegar»
- Las náyadesHabía en ese rincón del río un pasillo umbroso cubierto de higueras, y más allá el caz de un antiguo molino de agua, y junto a sus ruinas un enorme fresno. En su copa se posaba a veces una joven águila imperial, de esas que aprenden a cazar en el Campo de Calatrava. Bajo la copa, la tierra blanquecina que antes fueSigue leyendo «Las náyades»
- El origen¿Cómo viajar en el tiempo? Por ahora no podemos. Lo más parecido a viajar en el tiempo es descender por una ladera hecha de estratos rocosos, depositados por La Tierra hace millones de años, los más recientes sobre los más antiguos. A cada paso de ese descenso, retrocedemos siglos innumerables hacia edades cada vez más remotas, hacia capas de roca con fósilesSigue leyendo «El origen»
- El carnaval del romeroVa quedándose atrás el verdadero invierno. Aunque el calendario muestre que aún continúa esa estación, la naturaleza enseña por doquier las señales de que algo ha cambiado. Si el carnaval cae tarde, en las mesetas ibéricas esos signos pueden ser ya un arranque de primavera en toda regla. En el monte de Moraleja, hacia el oeste del Campo de Montiel, muchas mañanasSigue leyendo «El carnaval del romero»
- El bosque viejoCon las primeras luces del verano, el río se despierta tras pasar la madrugada en un sueño de nutrias bajo las estrellas, de ginetas trepando a la luz de la luna, de corzos que siguen a su madre por las sendas de la espesura y de jabalíes que cruzan el agua como una sombra en la noche. Todavía a media luz, unSigue leyendo «El bosque viejo»
- El hipocístideLo vi por primera vez en un jaral de la Sierra del Relumbrar, en los confines orientales de Sierra Morena. Corría el mes de junio y la alta primavera terminaba; en la dehesa vecina el pasto empezaba a dorarse, presagio de la cercanía del verano al igual que los florones marchitos de las jaras. Eran jaras pringosas, brillaba al sol el ládanoSigue leyendo «El hipocístide»
- AlimañasLa vaguada descendía suavemente entre esos montes forrados de tomillares y retamas. El manto de hierba agostada estaba moteado por alguna carrasca ocasional o por lo que fueron molinos de agua, más escasos, derruidos por el tiempo casi hasta los cimientos. Al fondo del valle, ante una fila de espinos negros, restos de conejos devorados se veían esparcidos por el suelo deSigue leyendo «Alimañas»
- Senderismo carboníferoEn la zona de Puertollano, al suroeste de Ciudad Real, hay algo que puede verse como una casualidad extremadamente improbable o como una ironía de la historia de la vida. Para entenderla viajaremos unos trescientos millones de años hacia el pasado. Vamos a recorrer la selva tropical que cubría la región por aquella edad. Era el tiempo de los primeros bosques, cuandoSigue leyendo «Senderismo carbonífero»
- El Nilo de Alarcos¿Dónde encontraríamos una esfinge, ruinas milenarias, ibis sagrados y un río dador de vida? En el cerro de Alarcos, claro está, en pleno Campo de Calatrava y a pocos kilómetros del Pozo Seco de Don Gil, la aldea que se transformó en Ciudad Real. La esfinge es una estatua ibérica hallada en un campo cercano a la ermita de Alarcos. Tallada haceSigue leyendo «El Nilo de Alarcos»
- La peleaHabía por esa parte del Jabalón un carrizal, y a su lado un campo de hierba alta, y atravesándolo perpendicular al río un muro, cubierto de líquenes, que alcanzaba la altura del pecho o más, en algunos tramos. Ya se había ocultado el sol detrás de los cerros; la luz fría de la hora azul coloreaba la escena haciendo olvidar un tantoSigue leyendo «La pelea»
- ViajerosEn 1822, una cigüeña con una lanza atravesándole el cuello fue vista cerca de la aldea alemana de Klütz. El arma medía casi ochenta centímetros de longitud, pero el animal parecía milagrosamente sano. La lanza resultó estar hecha de madera tropical, del África central, y eso dio una pista de dónde había pasado el invierno esa cigüeña. Ese ejemplar extraordinario permanece hoySigue leyendo «Viajeros»
- LemniscataLa siguiente cadena está basada en las dietas auténticas de sus eslabones, y aunque en la naturaleza no suelen concatenarse tantos, al no ser imposible solo es cuestión de tiempo que suceda. El búho real luchó contra un águila culebrera que había en su territorio, y la mató y devoró, cosa que pocas veces se ha comprobado pero ocurre. El águila seSigue leyendo «Lemniscata»
- Las peñas del búAl final del camino dejé el coche, que estaba otra vez cubierto de polvo, y bajé campo a través en dirección a los riscos donde hacía unos años se posaba a otear un águila culebrera, más o menos a esa misma hora tras el amanecer. Desde una ladera cercana enfoqué los prismáticos: nada… moviéndolos recorrí ese paisaje estepario de sierras desgastadas, soloSigue leyendo «Las peñas del bú»
- Desde un riscoTodavía era de noche cuando llegué a la orilla, y la luna llena casi tocaba el horizonte. Por el sendero de camino al risco, vi sobrevolar aquellos cerros pelados a los murciélagos, como mosquitos contrastando con el color rosa del cielo por el este. Regresaban de su jornada nocturna los martinetes, esas garzas de la noche que no parecían preocuparse por miSigue leyendo «Desde un risco»
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